En un día normal la persona normal tiene unos sesenta mil pensamientos. El 99 por ciento de los mismos es exactamente igual que el día anterior.
Es la tiranía del pensamiento empobrecido. La gente que piensa lo mismo todos los días, cosas negativas en su mayoría, han caído en malos hábitos mentales. En vez de concentrarse en las cosas buenas y pensar en cómo hacer que todo sea mejor, son cautivos de sus respectivos pasados. Unos se preocupan de fracasos sociales, problemas financieros, enfermedades, familiares,… Otros se alimentan de sus infancias. Otros, en fin, se preocupan de asuntos insignificantes: el modo en que un dependiente los ha tratado o el comentario malicioso de un compañero de trabajo. De ese modo permiten que las preocupaciones priven a su mente de su fuerza vital; están bloqueando el enorme potencial de la mente para aportar todo lo que ellos quieran, emocional, física y espiritualmente. Estas personas no se dan cuenta de que administrar la mente es administrar la vida.
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Extracto de El monje que vendió su Ferrari
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