Hamel propone estos diez principios para permitir que una compañía libere su espíritu e incremente sus posibilidades de descubrir estrategias verdaderamente revolucionarias:
- Principio 1: la formulación estratégica no es tal si es ritualista, reduccionista, elitista, sencilla y se puede extrapolar o posicionar. Por el contrario, es un proceso inquisitivo, expansivo, profético, imaginativo e inclusivo.
- Principio 2: la estrategia debe ser subversiva, pero no como un fin en sí mismo, sino como la capacidad de cuestionamiento y replanteamiento continuo de lo que se considera socialmente aceptado. Por ello, es importante un espíritu de renovación y aprendizaje constante en la organización.
- Principio 3: el cuello de la botella está situado en la parte superior de ésta. En este sentido, el autor se cuestiona dónde se pueden encontrar personas con una pluralidad de experiencias, que sean partícipes del futuro y estén deseosas de enfrentarse a los desafíos de esta nueva era. También se pregunta si estos individuos sólo se encuentran en la parte superior.
- Principio 4: existen revolucionarios en cualquier compañía. También en las capas bajas y en el exterior de la organización hay personas que tienen potestad sobre el proceso de la elaboración de la estrategia. ¿Existen procedimientos que les permitan ser escuchados?
- Principio 5: el cambio no es un problema; el compromiso, sí. El objetivo no consiste en que las personas apoyen el cambio, sino en que se les otorgue la responsabilidad de engendrar el cambio y de asumir una cierta iniciativa y control sobre sus destinos.
- Principio 6: la elaboración de la estrategia debe ser democrática. La capacidad de pensar de forma creativa sobre la estrategia está repartida por todos los rincones de la organización. Para permitir que emerjan las estrategias revolucionarias, la alta dirección debe considerar la jerarquía de la imaginación como un suplemento de la jerarquía de la experiencia. Destaca tres nuevas voces que suelen estar minusvaloradas en el proceso de elaboración de la estrategia, y que son: los jóvenes (o expresado de forma más precisa, las personas con una perspectiva joven); las personas que se sitúan en la periferia geográfica de la organización; y los nuevos participantes. Pero invitar a nuevas voces a tomar parte en el proceso de elaboración de la estrategia no funcionará si la alta dirección las anula. La democracia no consiste únicamente en el derecho a ser escuchado, sino en la posibilidad de influir con la opinión y la acción. No se trata solamente de estar informado, sino de sentirse involucrado.
- Principio 7: cualquiera puede ser un activista de la estrategia. De esta forma, el proceso estratégico no es un monopolio de la alta dirección. El autor propone que los empleados y los directivos medios, en lugar de ser las «víctimas» de la estrategia, sean los activistas, teniendo en cuenta que ser activista no implica ser anarquista; ya que el objetivo no consiste meramente en destruir, sino en reformar y destruir constructivamente.
- Principio 8: según el autor, «la perspectiva equivale a 50 puntos de coeficiente intelectual». Para descubrir oportunidades, uno debe observar el mundo con nuevos ojos, es decir, desde una nueva perspectiva. Por tanto, éste es un punto de vista que defiende que la imaginación determina la capacidad de una organización para ser estratégica. A fin de crear una nueva perspectiva, se deben realizar cuatro tareas principales: 1. Identificar las creencias y convenciones arraigadas en la industria; 2. Encontrar discontinuidades en la tecnología, los estilos de vida, los hábitos de trabajo o la geopolítica que pudieran generar oportunidades para escribir de nuevo las normas de la industria; 3. Alcanzar una comprensión profunda de sus competencias básicas; 4. Emplear todo su conocimiento para identificar las ideas revolucionarias, las opciones de estrategia noconvencionales que se pudieran aprovechar en este ámbito.
- Principio 9: arriba-abajo y abajo-arriba no son las únicas alternativas. Para alcanzar una diversidad de perspectivas y una unidad de propósitos, el proceso de la elaboración estratégica debe implicar un profundo corte diagonal de la organización.
- Principio 10: no se puede ver el final desde el principio. La implantación es a menudo más complicada de lo que debería ser, porque solamente unos cuantos ejecutivos clave han participado en la creación de estrategia y comparten una convicción sobre el camino que hay que recorrer en un futuro. No obstante, un proceso de creación estratégica abierto e inclusivo reduce sustancialmente el desafío de la implantación.